CLOSET MONSTER: EL YO COMO ENEMIGO

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Son bastantes las películas que abordan el paso de la niñez y adolescencia a la edad adulta (las llamadas coming of age), pero quizás son muchas menos las que no se acogen a los géneros más dramáticos o cómicos para hacerlo. Y, aunque, Closet Monster, debut en el largo del realizador de cortes y series canadiense Stephen Dunn, tiene su anclaje en el drama familiar y personal de Oscar, -al cuál veremos durante su infancia y adolescencia-, algunos de los acontecimientos y las situaciones que vive son tan dolorosos que, para escapar de ellos, tiene en el hámster «hembra» Buffy, su alter ego, en la cuál proyecta todos sus miedos, anhelos y preocupaciones, este yo interior torturado, que es como el propio enemigo, y que nos recordó al vivido por el protagonista de Donnie Darko, de Richard Kelly.

Oscar tiene muchos sueños, como estudiar cine y maquillaje en Nueva York y, en su camino, durante un trabajo ocasional en una ferretería, comienza a sentirse atraído por un compañero de turno, rubísimo y de aspecto angelical, Wilder, tan bello y perfecto como las estatuas clásicas de Call Me by your Name. Aunque las fantasías y los deseos reprimidos de Oscar serán vividos de manera un tanto angustiosa (ojo con las escenas  en que Oscar experimenta placer sexual o rabia, en las que el director coquetea con el terror y el fantástico acercándose a David Cronenberg). En cambio, el tratamiento de la música, las imágenes y el drama del protagonista -víctima de un trauma del pasado, de la separación de sus padres y viendo la relación que tiene con cada uno de ellos- aproxima más el film al universo temático y estilístico de su compatriota Xavier Dolan.

Aparte de este curioso tratamiento del coming of age, al tratarse de un drama con elementos fantásticos y pesadillescos, es mucho más que un film con una estética muy peculiar e imágenes un tanto perturbadoras. El trabajo actoral de Connor Jessup es de una dolorosa intensidad, lo que atrapa al espectador en su periplo hacia el descubrimiento de su identidad y de la búsqueda de su lugar en el mundo, lejos de los dictados de su familia. Sin ser una película perfecta, pues no lo es, es lo bastante resultona para fascinar tanto a los amantes de las historias de tránsito entre etapas vitales como para los que les gusten los planteamientos más originales.

SONIA BARROSO.-

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