TULLY: NIÑERA DE NOCHE

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Jason Reitman es un director de trayectoria curiosa. Tras saltar a la fama con Gracias por fumar, sátira sobre el mundo del tabaco y sobre todo, tras sus cintas más celebradas como Juno o Up in the air parece que sus films más recientes han pasado sin hacer ruido. Su cine parece empeñado en realizar crónicas con cierto desencanto y mirada crítica sobre cierto temas (amén de su coqueteo con el melodrama que fue Una vida en tres días) en los que pone cada vez el foco en el ámbito doméstico con el fin de realizar una radiografía social de alcance mas global.  Así pues, si en Hombres mujeres y niños criticaba como las redes sociales habían alterado las relaciones familiares en una comunidad, aquí articula su discurso en el figura de una madre (y de su niñera) el discurso sobre la maternidad.

Una excepcional Charlize Theron -quien ya trabajó con Reitman en Young Adult– interpreta a Marlo. Ella es una madre con tres hijos, el último recién nacido, que recibe un inesperado regalo de parte de su hermano (Mark Duplass): una niñera para que le ayude por las noches. Esa niñera es Tully (Mackenzie Davis) una chica que acabará cambiando la vida de Marlo para siempre….

Tully es de esas películas en el que uno tiene que ir con cuidado al escribir la sinopsis para no revelar demasiado. Tras un primer acto, donde vemos la parte mas amarga de la maternidad -tanto por los hijos pequeños de Marlo como el recién nacido-, la aparición de Tully supone una incógnita tanto a la propia Marlo como al espectador. El libreto de Diablo Cody, las actrices y, sobre todo, la dirección con personalidad de Jason Reitman contribuyen a ello. ¿Quién es? ¿Cómo va ser su relación con Marlo y su familia? Y lo más importante…¿Qué es lo que oculta dicho personaje?

Naturalmente, no vamos a responder aquí. Pero sí podemos decir que es lo que nos quiere contar Tully. La nueva cinta de Jason Reitman es una dramedia, que empieza como una comedia muy amarga (en la que los diálogos viperinos de Diablo Cody son perfectamente reconocibles) y que retrata el «infierno» que viven muchas madres para sacar a su familia adelante. Llevar los hijos al colegio, cambiar pañales al bebé, consolar los llantos repentinos, etc. Nada que uno no pueda reconocer ya sea en propias carnes o a su alrededor. Aunque el cine muestra menos de lo que debería…

No obstante, de pronto el film empieza a articular un discurso esperanzador, si bien no cae nunca ni en el azúcar ni el maniqueísmo, cosa que tiene mucho mérito. El film es un viaje para comprender lo que significa la maternidad y cómo afrontarla, emparentando los sueños y aspiraciones del personaje de Marlo, un personaje que añora su juventud, pero que ahora tiene una realidad distinta. Durante ese trayecto que dura los ajustados 96 minutos del metraje, el rol de Mackenzie Davis será pieza clave. Y es que si bien el trabajo de Charlize Theron es, como mínimo, oscarizable (el sacrificio de la actriz en su papel es de aplauso mayúsculo), también la interpretación de la intérprete de la serie de Halt and Catch Fire es esencial para la cinta. Prácticamente, ellas dos junto al tándem Jason Reitman en la dirección y Eric Steelberg en la fotografía hacen que el guión de Cody funcione como un reloj. Poco más que añadir. Madres, hay que verla. Puede que todo resulte muy incómodo y familiar al principio, pero el resultado final vale la pena. Jason Reitman no hará ruido ante carteleras con films como Infinity War u otras sagas palomiteras, pero le da voz a temas y problemas que se tienen que oír y además lo hace siempre con nota. Así que por todo eso, mi recomendación semanal es Tully. Disfrutadla.

MAR GALLARDO.-

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