CUSTODIA COMPARTIDA: TERROR FAMILIAR Y SOCIAL

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Galardonada con numerosos premios en festivales, tales como Venezia (León de plata al mejor director y Dino de Laurentiis a la mejor ópera prima) y San Sebastián (Premio del público a la mejor película europea y Premio TVE Otra Mirada) -por citar sólo algunos- llega a las carteleras Custodia compartida, la ópera prima de Xavier Legrand, quien ha realizado también el guión. Como su título indica, nos cuenta la historia de una pareja que se ha divorciado y ya, desde la primera escena, una vista con las abogadas respectivas y la jueza, nos da elementos para saber que la relación entre el matrimonio y los hijos (Julien, el pequeño de 11 años y víctima de la historia, y Josephine, la mayor, de 18, que quiere vivir una nueva vida junto al chico al que ama) se quebró posiblemente por malos tratos, y que entre ambos progenitores hay una distancia insalvable. Míriam, la madre (Léa Drucker) quiere vivir en paz con sus hijos, mientras que Antoine, el padre (Denis Ménochet) alega que es ella que no ha permitido el contacto con sus hijos y pide la custodia compartida con su hijo menor. Tras esa primera secuencia explicativa y necesaria para situar al espectador ante los acontecimientos iremos desgranando la relación entre el padre y Julien, una pieza clave en la historia, que representa el complicado papel de aquel hijo que sufre, pues está en medio entre dos padres que no se llevan bien. La expresividad de Thomas Gioria y sus reacciones son quizás lo más destacable de la película. Toda una revelación. Sin olvidarnos de los notorios trabajos de Léa Drucker y de Denis Ménochet (quien interpreta a un padre en las antípodas del de En la Casa).

Legrand tiene la especial habilidad de convertir un drama familiar sobre un tema social preocupante en el que el quid de la cuestión es: ¿puede un progenitor con antecedentes de violencia de género llegar a ser un buen padre y acceder a la custodia compartida? en una película que va derivando hacia el thriller, a medida que se va desarrollando la acción principal (visitas entre padre e hijo, reacción de la madre, de los abuelos, etc) para finalmente terminar como una película de terror. Y sí, estamos ante una de las cintas más escalofriantes de la temporada, por la dureza del tema que trata y por el desasosegante y cada vez más angustioso desarrollo de los acontecimientos. En este sentido, el director novel francés afirmaba que quiso «comenzar como un Kramer contra Kramer, para continuar como La noche del cazador y terminar como El resplandor«. Por cierto, que existe un corto de 2013, titulado Antes de perderlo todo, que es la precuela de la historia de este largo, con los mismos protagonistas y que, al parecer, son los hechos que suceden justo antes del film.

A mí, personalmente, es una película que me resultó un poco larga e incómoda, quizás por el tema que trata y cómo lo trata, con la sugerencia más que mostrando -así pues, los planos cenitales, los fuera de campo, la prácticamente ausencia de música, etc. son algunas de las soluciones fílmicas empleadas-. Hay secuencias de tensión muy logradas y otras de transición que nos van situando en el relato, un relato tan estremecedor y necesario por lo que cuenta como arriesgado, sobre todo por convertir el film en un thriller de «terror social cotidiano». Hiela la sangre, avisados estáis.

SONIA BARROSO.-

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