A SILENT VOICE: MIEDO, SOLEDAD Y REDENCIÓN

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Desde Japón, y gracias a Selecta Visión, nos llega una obra maestra del anime, A Silent Voice, una historia estremecedora, dirigida por Naoko Yamada, que mezcla bullying, inserción social, discapacidad, soledad, depresión y suicidio entre adolescentes. Unos temas muy actuales y cuyos índices aumentan cada año convirtiéndose en graves problemas a solucionar en los países del primer mundo. Pero que deja la puerta abierta a la esperanza por medio de la redención y el amor. Y no me refiero sólo al amor romántico.

La historia comienza con Shoya Ishida, un chico que busca la redención de su culpa en el perdón de Shouko Nishimiya, una joven sordomuda que trata desesperadamente de no ser una carga y un estorbo para todos los que le rodean.

También nos habla de las relaciones con los demás, de aceptarnos a nosotros mismos y de las reacciones ante situaciones difíciles. Cuando eres menospreciado por el grupo es muy fácil caer en la autocompasión. Si no nos queremos a nosotros mismos es muy fácil caer en el pozo oscuro de la depresión. Es tan difícil valorarnos a nosotros mismos que si se nos va de las manos a edades conflictivas los resultados pueden ser desastrosos e incluso definitivos.

Nishimiya sufre por ser una carga para todo el que rodea, que le da la razón a cada momento con comportamientos que van desde la crueldad, hasta la hipocresía, pasando por la compasión. Ishida es un adolescente inadaptado, atrapado en las consecuencias de sus propios actos como abusón de primaria hacia su compañera discapacitada. Todo ellos le provoca un fuerte sentimiento de culpa, un complejo de inferioridad y la consecuente incapacidad para socializar que se deriva de sus vivencias pasadas y el muro de incomprensión que alza la mala fama y la aceptación por su parte de su solitario destino.

Muy acertado el recurso de las cruces en las caras para simbolizar la negación del protagonista a relacionarse con los demás porque entiende que un ser tan despreciable como él no merece tener amigos ni ser feliz. Si él no puede alcanzar la felicidad por sus pecados lo justo es que la alcance la persona a la que le destrozó la vida en primaria, pero las cosas no son nunca como parecen y la víctima de su bulling tiene mucho qué decir y sentir al respecto. ¿Se merece todo lo que le pasa por ser una carga y acabar con todo lo bueno que encuentra en su camino? ¿Cómo hubieran sido las cosas si nunca hubiera nacido?

En el devenir de la historia la culpa, la soledad y el miedo son los absolutos protagonistas de una trama extremadamente tierna y sensible. La película retrata a la perfección el miedo a no ser aceptado por el grupo o a convertirnos en una molestia o una carga. No sólo se refleja en los dos protagonistas, sino también en los secundarios, aunque no tan en profundidad como en el cómic. El formato cinematográfico no da lugar a transmitir muchos de los acontecimientos y detalles que se relatan en el manga, de Yoshitoki Oima, y que enriquecen y dan más sentido al argumento. De hecho, era lo único que me preocupaba de la adaptación, pero han sabido reflejar muy bien la profundidad de casi todos los personajes y transmiten el mensaje de forma magistral.

A pesar de todo, aconsejo, que si la película es del gusto del espectador, no pierda la oportunidad de leer el manga, editado en España en siete volúmenes por Milky Way Ediciones. Estoy segura de que descubrirá mucho más acerca de los motivos, intenciones, sentimientos, preocupaciones y angustias de todos los que participan en el drama. De todos, menos de la hermana de Ishida, un misterio para el espectador ya que oculta su cara en todo momento en ambos formatos y se le trata casi como un convidado de piedra.

En definitiva, nos encontramos con una película que no deja indiferente ni por los temas que trata ni por la forma en que los enfrenta. Una joya que recomiendo visionar varias veces para entender en su profundidad y que se disfruta con calma. En mi opinión, sería buena idea distribuirla por cursos superiores de primaria y en secundaria para que el mensaje calara entre los jóvenes ya que retrata a la perfección roles que se repiten en casos de bullying como es el de cómplice silencioso, el que se deja arrastrar, el que mira hacia otro lado, el que se engaña a sí mismo, la desidia del centro, la incompetencia del maestro para tratar este tipo de situaciones, la falta de recursos para la integración de discapacitados en las aulas y un largo etcétera.

Podría seguir escribiendo sobre esta película durante horas, pero prefiero que cada espectador saque sus propias conclusiones y la disfrute a su manera.

A Silent Voice se estrena mañana 16 de marzo en los cines españoles y es de las imprescindibles. No la dejéis pasar.

DÁCIL MUÑOZ PORTA.-

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