VUELVE LA ABEJA MAYA

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Todos los que disfrutaron su infancia durante los 80 recordarán a la abejita que nacía bajo el sol en un país multicolor. ¡Cómo olvidarla! Esta serie nipona marcó a toda una generación. Y ha tenido su remake para que las nuevas generaciones puedan disfrutarla sin que les rechinen los dientes con las animaciones de hace más de 30 años.

Tanto tirón tiene que hasta se estrenó su primera película en 2014. Y ahora llega a la pantalla grande su segundo largometraje, La abeja Maya 2: Los juegos de la Miel, donde aparecen viejos y nuevos personajes entremezclados en una trama de competición extrema en la que unos se juegan la vida (morirán de hambre si no consiguen salvar su miel) y otros el prestigio. Unos intereses bastante desequilibrados, diría yo.

En esta segunda película nos encontramos con una alocada y egocéntrica abejita llena de buenas intenciones, pero con resultados que dejan bastante que desear. Aún así se hace querer por todos por esa alegría de vivir que desprende.

La protagonista tiene tanta confianza en sí misma que no parece necesitar a nadie para arreglar los problemas del mundo. Al menos los de su mundo, la perspectiva de un duro invierno pasando hambre a causa de una egoísta y muy malvada emperatriz. Las impulsivas decisiones de la protagonista la llevarán a participar en una competición de élite llamada los juegos de la miel con el fin de evitar que vacíen las despensas de la colmena Amapola. Y tendrá que jugar rodeada de un equipo con escasas aptitudes deportivas, pero que demostrarán tener grandes actitudes ante los problemas.Para colmo de males, Maya y sus amigos se tendrán que ver las caras con la líder del equipo de Buzztrópolis, la malvada y tramposa Violet, para la que el fin justifica los medios. Y el fin es ganar cueste lo que cueste.

Las trepidantes competiciones se entremezclan con mensajes morales que ensalzan la amistad, el trabajo en equipo y la responsabilidad de nuestros propios actos. Así que tenemos delante un producto que ha logrado unir valores educativos con un argumento entretenido que engancha a los más pequeños durante 1 hora y 25 minutos que dura.

Todo contado con una animación de diseños muy limpios. De esos que están muy de moda hoy en día y que no dejan duda alguna de que cada detalle se ha diseñado por ordenador. La mezcla de la música con las bellas imágenes logran transmitir a los niños todo tipo de emociones. En definitiva, una apuesta más que segura para un plan cinéfilo en familia.

DÁCIL MUÑOZ.-

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