DANIEL DAY-LEWIS: EL MAGNÉTICO HILO

El modisto Reynolds Woodcock de El Hilo Invisible (Phantom Thread) podría convertirse en el último papel de Daniel Day-Lewis, el que supondría su retirada definitiva del mundo de la interpretación para pasar a ser diseñador de moda. Y es que Day-Lewis, que actualmente tiene 60 años, es un actor tan sumamente metódico, obsesivo y está tan metido en cada uno de los roles que encarna que pasan a ser una parte de su interior para transformarse en él mismo, con todas sus consecuencias. Por ello, no es de extrañar que le haya entrado el gusanillo por el mundo de la moda, concretamente, por la de la alta costura. Ya en 1990 anunció su retirada para pasar a ejercer de zapatero en Florencia durante algunos años, aunque parece que esta vez sea la definitiva

Nos quedarán un puñado de películas y personajes inolvidables para el recuerdo y para disfrutarle una y otra vez, desde que debutara en 1971 en Sunday Bloody Sunday, aparte de sus diversas nominaciones y premios. Este camaleónico intérprete británico-irlandés es el único actor que puede presumir de haber conseguido tres Oscar -muy merecidos- en categoría principal y eso no se lo quita -ni nos lo quita nadie- en Mi pie izquierdo; Pozos de Ambición y Lincoln.

No nos podremos olvidar de Christy Brown, el pintor, poeta y escritor con parálisis cerebral, que tanto nos impresionó por su voluntad de superación y por utilizar de manera magistral su pie izquierdo en el film homónimo de Jim Sheridan; ni tampoco de sus salvajes performances en El último mohicano, de Michael Mann; y como Billy el Carnicero, sin duda lo más sobresaliente de Gangs of New York, de Martin Scorsese. Como tampoco se nos irá de la mente su electrizante Gerry Conlon, activista del IRA, de En el nombre del Padre, de Jim Sheridan, donde nos regalaba un tour de forcé interpretativo junto a Pete Postlethwaite; ni su arrollador Daniel Plainview, de Pozos de Ambición, de Paul Thomas-Anderson, un personaje ambicioso y hecho a sí mismo desde la nada, con el que viviríamos un enfrentamiento memorable con el pastor encarnado por Paul Dano. Mimetizado con el presidente Lincoln en el film de Steven Spielberg y con sus inolvidables discursos; e incluso brillante en películas menores como Nine, de Rob Marshall, en la que se atrevía a cantar como el director en crisis creativa Guido Contini, mientras se debatía entre los amores de Marion Cotillard y de Penélope Cruz.

El que fuese yerno de Arthur Miller, pues está casado con su hija Rebecca, es uno de aquellas ´raras avis’ y milagros que encontramos en el mundo de interpretación y que consiguen que amemos el cine en mayúsculas. Y nos preguntamos, con tristeza, si es cierta su retirada definitiva, y si realmente encontrará sustituto -o queremos (o no) que lo encuentre-. ¿Será, como vaticinan algunos, Timothée Chalamet, su heredero natural? De momento, y a partir de este viernes 2 de febrero, le podemos disfrutar con una de sus monstruosas performances en El hilo invisible, que puede darle su cuarto Oscar.

SONIA BARROSO.-

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