PATERSON: LA BÚSQUEDA DE LA BELLEZA

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El rigor de la belleza es la búsqueda. ¿Pero cómo encontrarás la belleza cuando está encerrada en la mente, más allá de toda queja? Con estas palabras abre el prefacio del Libro Uno, primero de cinco, de su poema Paterson el médico y autor literario Williams Carlos Williams. Con esa introducción como piedra sobre la que construir su última película, Jim Jarmusch ha escrito y dirigido una de las obras más estimulantes e interesantes del año. Una cinta en la que la búsqueda de la belleza se transforma en una celebración de la misma.

Es algo común escuchar todo tipo de frases y expresiones que reniegan de la rutina. Escapar, huir, no caer en… Todo parece indicar que se trata del mayor enemigo. Con ese mensaje tan integrado en la psique colectiva, el asistir a una película como Paterson, en la que dicha rutina es celebrada con la humildad y la creatividad de su protagonista, resulta conmovedor. Esa búsqueda de lo hermoso en lo más común, como una simple caja de cerillas, bien cimentada sobre innumerables referencias literarias y musicales, da una perspectiva luminosa a lo que normalmente es descrito como aburrido. Como en un poema, en el que palabra a palabra se va construyendo un todo indivisible, Jarmusch funde la forma con el fondo, y nos termina demostrando que lo atractivo no es el destino, sino el propio camino.

Jim Jarmusch está considerado uno de los mayores exponentes del cine independiente, pero en esta ocasión, nos enfrentamos a una versión alejada de lo experimental, para centrarse en la captura de lo poético y bello que se esconde en lo cotidiano. Un trabajo de orfebrería, con el que el director no solo demuestra hasta qué punto ha interiorizado las palabras del poeta, sino que logra que el espectador llegue al mismo entendimiento que el lector. Traducción personal, libre, de un texto en imágenes, que nos hace ser conscientes que la belleza es y está, no hay que buscarla, solo aprender a verla. Sin didáctica, sin lecciones ni revelaciones. La película, como las palabras de Williams Carlos Williams, nos deja esta lectura sin que el argumento fuerce a ello. Es su premisa. De esta manera, desde el momento que nos colamos en el dormitorio de Paterson y Laura, en una mañana cualquiera; cuando observamos lo común (despertador, libros y retratos en la mesita de noche) desde un bello plano cenital, el film va poniendo de relieve lo extraordinario de cada momento y de cada experiencia que forman lo que llamamos rutina.

Paterson, ese conductor de autobús de la ciudad de Paterson, admira y se deja sorprender por todo aquello que le rodea, escribe poemas en los que lo íntimo aflora. La palabra, es tan protagonista como la imagen. Los textos de Ron Padgett son recitados por Adam Driver sin la declamación de quien da a conocer una obra, sino con el titubeo, los avances y las rectificaciones de quien la escribe. Y sí, hablemos de Driver. El actor nos ofrece una interpretación redonda, acercándonos al personaje desde lo físico (el caminar pausado, la sonrisa ensimismada y levemente irónica, la mirada curiosa con la que observa lo que le rodea) y, sobre todo, mostrando escena a escena, como es el mundo interior del conductor poeta. Al acabar la película, uno tiene la impresión de conocer al personaje. Golshifteh Farahani interpreta a Laura, la extrovertida esposa de Paterson. Dos personajes que se complementan, que disfrutan de sus diferencias. Muy acertada también, la actriz ilumina los silencios de Driver.

Jarmusch celebra a través del matrimonio protagonista el arte en cada pequeño detalle, halla la inspiración en lo simple, y logra expresarlo sin excesos, formando un poema audiovisual en el que lo onírico también está presente, pero no más que cada esquina de la ciudad. Podría pensarse que el director ha perdido sus señas de identidad. Debatible. Posiblemente habrá quien interprete Paterson como una anomalía en su filmografía. Y, sin embargo, su autoría es reconocible en todos los aspectos de la cinta: los amantes como punto central de la trama, los personajes secundarios característicos, etc. Tipo listo este Jarmusch, reconocible sin caer en la autorreferencia.

Paterson, como sus personajes, es perfecta porque celebra sus imperfecciones. Un poema con versos dispares, con rimas asonantes, que forman un conjunto contundente, ante el que nos rendimos totalmente.

IMMACULADA PILAR COLOM.-

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