1917: MENSAJEROS DE PAZ

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Desde el nacimiento del cine, uno de los llamados géneros cinematográficos más comunes es el bélico, inicialmente un elemento de propaganda para alistar incautos (hoy en día muchos aun funcionan así) o para denunciar justamente que eso de matarse es algo inhumano y que aunque la historia de la humanidad parece funcionar de esa forma, no tiene justificación alguna posible. Y entre este subgénero, me atrevería a decir que el conflicto mas abordado es el de la Segunda Guerra Mundial, en detrimento de la Primera Gran Guerra, que actualmente parece tan eclipsada.  Porque, tal y como hace unos días anteriores a este reseña, se apuntaba en el más que interesante artículo de Tim Gray en Variety, los motivos de la Primera Guerra mundial son mas difusos en la memoria colectiva ;así como por la falta de documentación con respecto a la otra gran guerra del siglo XX. Sin embargo, también nos han dado alguno de sus alegatos mas oscarizables como Alas, El Sargento York o Sin Novedad en el Frente, que hoy en dia son muy lejanas en el tiempo o mas recientemente la epopeya spielbergiana de War Horse.

No obstante, al igual que las primeras grandes muestras del genero, 1917 llega en el momento perfecto para tocar la tecla adecuada ( y sÍ, de propaganda nada). Porque esta cinta es, ante todo, una experiencia fílmica al nivel de lo que fue Gravity, de Alfonso Cuarón pero ambientada en la primera guerra mundial. La historia, que sucede en “tiempo real” durante dos horas, esta realizada a través de un falso plano secuencia y nos cuenta la historia de dos soldados (magníficos Dean-Charles Chapman y George MacKay  al 200% en pro del film), que tienen que atravesar varias millas de territorio enemigo con un mensaje que de no ser entregado, provocaría una masacre en sus filas.

Argumento simple, historia demoledora, ejecución de maestros por parte de los auténticos protagonistas del film que, en este caso, son los que se encuentran detrás de la pantalla y de los que destacaremos los tres principales; más allá del excelente trabajo de los actores británicos que intervienen en toda la cinta: El director Sam Mendes, el director de fotografía Roger Deakins y el compositor Thomas Newman.

Empecemos por el primero, que aparte de dirigir, es autor del guion junto a Kristy Wilson-Cairns. Todo empieza a través de la anécdota que el abuelo del realizador le contó acerca de ese suceso real y fue entonces cuando Mendes decidió fichar esta guionista, experta en iconografía de la Primera Gran Guerra, para asesorarle el proyecto y escribir el libreto con él. Gracias a ese trabajo de documentación, la cinta tiene un diseño de producción, vestuario y atrezzo que te teletransporta a las trincheras, un paso mas allá de la simple reconstrucción. Pero eso no seria lo suficiente si no tuviera un libreto que no funcionara prácticamente como un reloj, cosa que por fortuna no es el caso.

¿Pero como transmitir esa historia de supervivencia y de forma vivencial?  Pues aquí entra en la ecuación,  Roger Deakins, ganador el año pasado tras su gran carrera por su excepcional fotografía de Blade Runner 2049, que realiza aquí si cabe una de sus mejores trabajos, muy en la línea de lo que últimamente nos tiene acostumbrados. A través del sistema de estabilizadores de de cámara Trinity, permite que los operadores que realizan ese trabajo se metan en las trincheras y los sigan igual que otro soldado mas, dejando atrás los sistemas de raíles de las dollys o el empleo de steadycams al uso. Y esto hace que el trabajo sea tan excepcional, no sólo a la hora de falsear las cortes del “falso plano secuencia” de forma que ni te enteras si no por el nivel de composición que realiza el director de fotografía, jugando con las luces y las sombras al nivel de sus mejores trabajos. Habemus otro Oscar… Y también por la dirección de Mendes, simplemente fantástica,  y máximo coordinador de toda esta locura.

Entonces, amén de su excelso trabajo sonido, queda el tercer gran pilar del film Thomas Newman , cuya banda sonora aparece inicialmente escondida como si se ocultara en las trincheras para luego saltar al campo de batalla.  En ese momento, cuando el film reúne lo mejor de estas áreas mencionadas para convertirse en lo que es:Un trabajo para ver en un primer visionado al cine de forma obligada, ya sea en su versión en IMAX o en 2:39: 1, tanto por lo que trasmite como por la forma en que lo hace.

En definitiva, una cita ineludible para todo cinéfilo , seas o no fan del género, aunque un aviso para navegantes antes de acabar. Si solo buscáis la típica cinta bélica con muchas batallas, no es vuestra cinta. Para todos lo demás, Sam Mendes y su 1917, revalorizando en el cine este conflicto tan olvidado para entretenernos y, a la vez, hacernos ser mejores de lo que somos.

JOAN BOTER.-

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