INFILTRADOS EN MIAMI: BUDDY MOVIE POLICIAL SIN GRACIA

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INFILTRADOS

Es mi costumbre, cuando acudo al cine con intención de escribir una crítica de la película, entrar en la sala con la menor cantidad de información posible, buscando de esa forma evitar los prejuicios, para bien o para mal, y que sea el discurso audiovisual el que hable por sí sólo. Por desgracia lo que me ofreció Infiltrados en Miami es un producto mediocre que apenas es capaz de arrancar una sonrisa, menos una carcajada, mientras desfilan por ella todos los tópicos mal llevados que uno puede esperar de una comedia policial americana.

Tenemos a los dos compañeros que son tan opuestos que uno diría que es absurdo que trabajen juntos, pero que al final se aportan algo mutuamente y mejoran como personas. Que la idea esté ya muy manida podría perdonarse si no fuera porque el poli torpe y bocazas, interpretado por Kevin Hart, es sencillamente estúpido. Y el poli serio supuestamente profesional, encarnado por Ice Cube, se limita a poner la misma mala cara y gruñir toda la película.

A dos protagonistas ya de por sí tan poco interesantes el guión les ofrece una sucesión de set pieces de lo más previsibles y anodinas, asumiendo que el público no requiere más que coches, mujeres y ambientes de lujo para mantener el interés. Porque hay poco más. La trama no ofrece un verdadero conflicto, el villano es de los más lamentables que recuerdo y los secundarios no merecen apenas ser mencionados.

La única razón para que una película como Infiltrados en Miami llegue a las salas es que su predecesora, en inglés Ride Along, recaudó 154 millones de dólares con un presupuesto de tan sólo 25. Por lo demás, es un completo despropósito.

JAVIER DEL JUNCO.-

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