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10 AÑOS DE FACESONTHEBOX: «EL TOPO»
noviembre 9, 2015 Especiales

Personalmente, la elección de una película favorita de las vistas durante estos últimos diez años, ha sido un ejercicio más de eliminación que de apuntar a una clara candidata: por el camino han quedado películas como “Zodiac”, “La Gran Belleza”, “La Red Social”, “Caníbal”, “Shame”, “Mommy”, “La caza”, “Munich”, “El secreto de sus ojos”, “Pozos de Ambición” o “Incendies”. Al final una película de 2011 es la elegida: porque reparto, dirección y por Le Carré. Excusas perfectas que justifican la pasión por esta película y por el cine.

 

Tomas Alfredson empezó su carrera como director a finales de los ochenta, trabajando en proyectos para la televisión. Tras tres títulos poco conocidos fuera de Suecia, Alfredson dirigía en 2008 Déjame entrar, película de terror romántico, que sorprendió por su frialdad estilística, y por su historia de amistad, amor y muerte. En 2011, con un reparto internacional y producción británica, Alfredson presentaba la adaptación de la novela de John Le Carré, El topo.

 

La adaptación a la gran pantalla (o la importancia de unas gafas)

El topo se publicó en 1974. Es la tercera parte de la de la serie Smiley y la primera de la trilogía Karla. El Smiley de El topo es un espía experimentado que, en plena guerra fría, se ve obligado a abandonar el MI6, en una jubilación anticipada, cuando una serie de operaciones dejan en evidencia la filtración de información de la inteligencia británica a países. La caída en desgracia de la cúpula del Circus (como se conoce al MI6), hará que Smiley trabaje en la sombra para averiguar quién es el topo.

La adaptación de la novela corrió a cargo de Bridget O’Connor y Peter Straughan, y desarrollaba toda la acción de la novela y sus numerosos personajes. Trabajo difícil, con la complicación añadida de que la historia se desarrolla en dos horizontes temporales diferentes. Los guionistas consiguen realizar con éxito la tarea. El detalle de las gafas de Smiley (que se cambia nada más jubilarse) nos ayuda a definir en cuál de las tramas estamos.

Con un guion sólido, se necesitaba un buen reparto para traducir las palabras en imágenes. Gary Oldman (Smiley), Colin Firth, Tom Hardy, Mark Strong, Benedict Cumberbatch, Toby Jones, John Hurt o Ciarán Hinds son solo algunos de los miembros del reparto. Reparto equilibrado, con carisma, que logran un magnífico trabajo tanto en las interpretaciones individuales como en las distintas escenas en las que los actores se pelean, discuten, sospechas o investigan.

Especialmente genial la interpretación de Gary Oldman. El actor, con tendencia al histrionismo, realiza aquí todo un ejercicio de introspección, manteniéndose al margen de discusiones, peleas, etc., pero siempre presente, escuchando, sacando conclusiones y atando cabos. Los únicos momentos que la coraza de Smiley se resquebraja están relacionados con su esposa, atisbos de que si el espía tiene un punto débil ese es, hasta cierto punto, su esposa.

 

Los componentes artísticos de una gran película

 

Alfredson volvió a contar con Hoyte Van Hoytema como director de fotografía. Y, no solo por aquello de la importancia de conocer a tu equipo, la elección no podía ser más acertada. La de El topo es una fotografía que evita los excesos de calidez, que juega con las sombras. Y de la misma manera que en Déjame entrar, la iluminación de cada escena parece acompañar al reparto, acentuando la personalidad de cada uno. Unido a la banda sonora de Alberto Iglesias (una de las mejores del prolífico compositor), que añade tensión sin estridencias en las escenas que así lo requieren, y a la maravillosa dirección artística, Alfredson logra que las palabras de Le Carré tomen forma en una sucesión de imágenes perfectas, en las que la esencia de la novela se vislumbra en cada gesto cansado de Smiley, en cada sonrisa de Haydon (Colin Firth) o incluso en esa fiesta de Navidad en la que el himno ruso “ameniza” la velada, y con más implicaciones que el supuesto humor con el que es utilizado.

 Todas las tramas desembocan en un final en el que durante poco más de tres minutos y medio, los que dura La Mer (versión en directo de Julio Iglesias), se van atando los últimos cabos. Media sonrisa cómplice con Peter Guillam (Benedict Cumberbatch), y último plano de Oldman (mientras suenan los aplausos del final de tema). No sé si es uno de los mejores cierres de película de los últimos diez años, pero en cualquier caso es un broche perfecto a una película que puede definir muy bien todo la cinefilia acumulada durante este tiempo.

IMMACULADA PILAR COLOM.-

 

 

 

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